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La realidad virtual desarrollará nuestros sentidos
22/02/2023

La realidad virtual desarrollará nuestros sentidos

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Que la realidad virtual es un importante salto tecnológico es innegable; tanto como que seremos testigos de su crecimiento casi exponencial a muy corto plazo. Pero ¿Cómo va a mejorar nuestras vidas? De hecho ¿Será capaz de hacerlo? ¿Hará posible mejorar a los propios usuarios a través de su uso?

En el año 1992 una película hoy considerada de culto, El cortador de césped, reventó las taquillas de EE.UU. Además de resultar revolucionaria para aquel momento —incluía complejas secuencias en 3D por primera vez en cine—, barajaba una premisa argumental seductora: una combinación de medicamentos y el uso dirigido de gafas de realidad virtual mejoraba a un paciente con deficiencias cerebrales y una discapacidad mental moderada. Extrapolando esto, que es evidentemente ficción, podemos pensar en cómo la tecnología nos afectará positivamente.

Las gafas de realidad virtual y el sentido de la vista, el primer paso

Desde sus inicios, el periférico más apropiado para experimentar la realidad virtual han sido las gafas RV o headset VR. Se trata de la evolución natural del «intermediario» histórico del humano con las máquinas: la pantalla. En este caso, el periférico establece una conexión más estrecha con los ojos del usuario, impidiendo que existan distracciones y facilitando experiencias mucho más inmersivas que con los ordenadores normales, donde los entornos 3D pierden potencial.

El desarrollo de las gafas de realidad virtual ha mejorado muchísimo, en los últimos diez años. Modelos como las Meta Quest 2 suponen un cambio importante en términos de ergonomía, autonomía y funcionalidad. Pero todo hace suponer que se continuará mejorando la usabilidad, materiales y funciones de estos dispositivos.

Al igual que ha sucedido con el aumento de agilidad manual gracias al uso continuado de dispositivos táctiles, todo hace pensar que la realidad virtual será —con el tiempo— una aliada para desarrollar capacidades visuales, percepción de volumetrías y espacios e incluso para asistir a personas con deficiencias como el daltonismo o la monocromatopsia, por ejemplo.

Experimentar la realidad virtual con todo el cuerpo

Pero los desarrollos tecnológicos no se quedan en las gafas de realidad virtual. Principalmente porque contamos con otros cuatro sentidos con los que «sumergirnos» en los mundos virtuales, ya sean estos metaversos o similares. Y la mirada está puesta en el futuro y en cómo aprovecharlos, sobre todo a través de dispositivos o periféricos hápticos: guantes, trajes de cuerpo entero o derivados de éstos.

Poder sentir calor, frío, dolor o placer supondría un giro copernicano a la hora de experimentar la realidad virtual. No sólo en terrenos como el del entretenimiento y los videojuegos; disponer de un dispositivo que aporte estímulos externos a determinadas zonas del cuerpo puede ayudar mucho a la medicina, a la fisioterapia o a la neurociencia, por ejemplo.

Además de los ojos y la piel, —lo que facilita nuestra interacción con el entorno de manera más intensa— el oído, el olfato y el gusto también son el banco de experimentación y desarrollo actual de los expertos en realidad virtual. En gran parte porque estos son los sentidos que contribuyen a tener una mayor sensación de «presencia». Aunque las experiencias que se están llevando a cabo aún están en sus primeros estadios muchos son optimistas. ¿La realidad virtual nos convertirá en súper humanos o nos cambiará por completo, como en El cortador de césped? Rotundamente no. Pero eso no significa que los mundos virtuales no puedan mejorar nuestras vidas notablemente muy pronto.